La brisa acaricia la aurora dorada, y las hojas susurran en suaves murmullos, y la vida despierta, como un eco en el alma, y el canto alegre del ave se eleva al cielo:
Con alas de deseo y plumas de amor, y el trino que reposa sobre el mismo día, y la vida que germina en el parpadeo del sol, y todo resplandece, canta a mi poesía.
Sublime ejercicio, etérea alegría, y en la danza de sombra me envuelvo, el manto de sueños arrastra la brisa, y el jardín florecido se nutre en el cielo.
- Esteban Echeverría